Quince razones por las que debes esperar que las afirmaciones de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días sean verdaderas

Quince razones por las que debes esperar que las afirmaciones de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días sean verdaderas

Las afirmaciones de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días son tan espectaculares que cualquiera debe esperar que el mensaje sea verdadero.  Pero llegar a tener una convicción sobre ese punto requiere algo más que una mera esperanza.

Alma, un profeta del Libro de Mormón, enseñó que la fe comienza con el deseo de creer.  (Alma 32:27.)  Pero una fe madura y ardiente tomará algo de trabajo.  Requerirá un estudio serio del Libro de Mormón con meditación y oración sincera. (Moroni 10:3-5.)  La voluntad de renunciar a todos los pecados es parte de la ecuación. (Alma 22:18.)  Y puede implicar actuar por un tiempo como si uno ya fuera un Santo de los Últimos Días activo antes de recibir un testimonio espiritual.  (Juan 7:16-17.)  Pero las escrituras prometen que quien complete estos pasos aprenderá invariablemente por sí mismo que el mensaje es verdadero.  A partir de entonces podrá regocijarse para siempre en esa convicción. 

Por otro lado, algunos pueden esperar que el mensaje no sea cierto, con el fin de escaparse de las consecuencias correspondientes. El Señor nunca impondrá conocimiento divino a un creyente reacio.  

Las siguientes son algunas de las promesas de la Iglesia.  Son tan grandiosas que deben causar que un investigador sincero espere sinceramente que todas sean verdaderas y resuelva nunca descansar hasta que sepa con certeza.

1. El Evangelio no promete la comodidad terrenal ni la libertad del sufrimiento, pero sí garantiza “la paz en este mundo, y la vida eterna en el mundo venidero.” (D. y C. 59:23.)

¿Quién podría poner un precio a cualquiera de esas dos promesas?  Esas eran lo que permitió al primer profeta de los últimos días, José Smith, decir al ir a un cierto martirio en Cartago: “Voy como cordero al matadero; pero me siento tan sereno como una mañana veraniega.”  (DyC 135:4.)

2. Un aspecto de la “paz en este mundo” prometida a los fieles es el perdón de los pecados pasados.

Ese perdón viene por medio de la fe, el arrepentimiento y el bautismo.  A partir de entonces existe la oportunidad de una renovación semanal de ese estado sin pecado mediante la participación de la Santa Cena. Muchos en el mundo están atormentados por la culpa y el recuerdo de las hechos que no pueden deshacer, o palabras que no pueden recuperar.  Pero a través del arrepentimiento y el bautismo todos podemos “retroceder el reloj”, por así decirlo.  Al igual que Alma, podemos llegar a ya no ser atormentados por el recuerdo de nuestros pecados.  (Alma 36:19.)

3. La fuente de esta paz interior es el don del Espíritu Santo.

Después del bautismo uno tiene el derecho de recibir el “don del Espíritu Santo”.  Ese proporciona una miríada de bendiciones invaluables, incluyendo “amor, gozo, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, [y] templanza”.  (Gálatas 5:22 – 23).  Uno de los títulos del Espíritu Santo es el Consolador.  Aquellos que disfrutan de sus dones encontrarán que son reconfortados en tiempos de prueba.  Son fortalecidos y se les da el valor para hacer cualquier cosa justa que el Señor desea que hagan.

4. Los miembros bautizados también tienen derecho, por medio del don del Espíritu Santo, a la inspiración personal y a la revelación según sea necesario.

El don del Espíritu Santo es como la Liahona del Libro de Mormón—como un GPS espiritual.  Sólo el Presidente de la Iglesia tiene autoridad para recibir revelación para toda la Iglesia.  Pero cada miembro puede recibir la dirección divina para su propia vida y esfera de responsabilidad.  Santiago prometió: “Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, quien da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.” (Santiago 1:5.)  Eso es tan cierto para cada uno de nosotros hoy como lo fue para el joven José Smith.  Impulsado por el mismo pasaje, él se retiró a orar en una arboleda cerca de su casa.  Como resultado, recibió la visión que lanzó la restauración del evangelio de Cristo en los últimos días.

5. Los santos dignos también tienen derecho a todas las bendiciones del sacerdocio.

Estas incluyen no sólo tales ordenanzas como el bautismo y la confirmación, sino bendiciones de salud o de consuelo en tiempo de enfermedad u otra necesidad.  No sólo los líderes de la Iglesia pueden proporcionar tales bendiciones.  Todo varón digno mayor de doce años es elegible para ser ordenado al sacerdocio.  Todo esposo y padre tiene el privilegio de dar bendiciones del sacerdocio a su propia familia y a otras personas por las cuales tiene responsabilidad.

6. El Señor ha prometido que señales (milagros) seguirán a los que creen.

Si somos observadores, veremos constantemente la mano del Señor.  Los milagros de hoy son ocasionalmente tan espectaculares como los registrados en la Biblia.  Pero más a menudo Dios interviene de maneras casi imperceptibles.  Pero los fieles encontrarán que las cosas funcionan constantemente mejor de lo que podrían a través de la mera coincidencia.  

7. Tenemos la palabra revelada del Señor de miles de años en dos continentes para guiarnos y animarnos.

Algunos de esos antiguos profetas testificaron que vieron nuestros días.  Sabían a qué desafíos nos enfrentaríamos.  Por lo tanto, seleccionaron aquellos materiales que sabían que serían esenciales para nuestra seguridad, éxito y felicidad en los últimos días.

8. Aún más significativamente, el evangelio de Jesucristo promete una guía continua y oportuna por medio de profetas y apóstoles vivientes.

Hoy en día, el líder terrenal de la Iglesia es el presidente Russell M. Nelson, de 95 años, un ex cirujano cardíaco prominente.  Los Santos de los Ultimos Días lo consideran tanto profeta hoy en día como Moisés o Elías el Profeta eran en la antigüedad.   Como testigo moderno de Jesucristo, él testifica que el Señor mismo es la verdadera cabeza de la Iglesia.  Bajo la guía divina, el presidente Nelson está dirigiendo a la Iglesia hacia adelante con la energía de los que tienen la mitad de su edad.  El, sus dos consejeros (o asistentes) y los miembros del Quórum de los Doce Apóstoles, cada abril y octubre en la Conferencia General proporcionan una fiesta espiritual a los Santos de los Ultimos Días y a los amigos interesados de todo el mundo a través de las maravillas de la tecnología satelital y la comunicación por Internet.

9.Podemos sellarnos eternamente con nuestros  cónyuges e hijos así como tener lazos eternos con nuestros padres y hermanos.

Para muchos, ésta puede ser la mayor razón de todas para averiguar si el evangelio es verdadero.  Los Santos de los Últimos Días entienden que Dios nunca dispuso que el matrimonio durara solamente “hasta que la muerte nos separara”.  Verdaderamente, el cielo no sería el cielo para mí sin mi esposa y mi familia.

10. El Evangelio enseña quiénes somos, de dónde venimos, por qué estamos aquí y qué nos espera.

El Evangelio enseña no sólo que podemos asociarnos con nuestros seres queridos actuales eternamente en el más allá.  Promete además que podemos criar una posteridad espiritual sin fin y disfrutar de la misma plenitud de gozo consecuente que Dios disfruta.  ¿Podría haber algo más emocionante?

11. La Iglesia nos ofrece la oportunidad de formar parte del equipo de campeonato del Señor.

Es mejor que ser enviado a la cancha de la Copa Mundial con el marcador empatado en los momentos finales, para ser parte de la unidad ganadora.  Aquellos que se unen a la Iglesia y sirven con todo su corazón tendrán la emoción en una gran ceremonia de premios futura que aquellos que fueron simplemente espectadores nunca presenciarán.

12. Las estadísticas muestran que los Santos de los Últimos Días en general viven más tiempo y tienen mejor salud que sus amigos que no son Santos de los Últimos Días.

Si bien la salud mortal no puede compararse con la gloria eterna, ¡es preferible a la enfermedad y la debilidad mortales!

13. La Iglesia nos permite ser parte de una familia o congregación local, una red de apoyo.

Como miembros de la Iglesia, automáticamente tenemos amigos listos para recibirnos dondequiera que nos mudemos (e incluso para ayudarnos a movernos). En tiempos de necesidad temporal, hay recursos disponibles para ayudarnos hasta que volvamos a ponernos de pie.

14. La Iglesia proporciona grandes organizaciones, actividades y enseñanzas para ayudarnos a criar a nuestros hijos y tener familias más felices.

15. El Evangelio nos proporciona una razón para tener esperanza en este mundo en espiral descendente.

Mientras que el mundo seguirá deteriorándose, la promesa es que los “justos no tienen por qué temer”.  (1 Nefi 22:17.)  El reino del Señor crecerá, y la Sión prometida de los últimos días se convertirá en un contrapeso al mal del mundo.  Proporcionará no sólo la promesa de salvación futura, sino la protección temporal aquí y ahora para los justos. 

Tales promesas, por supuesto, son generales, y no específicas.  Los santos individuales todavía pueden sufrir y morir de guerra, crimen, enfermedad y terrorismo.  Pero como grupo, los justos encontrarán protección contra las calamidades que los desobedientes traen sobre sí mismos.  Y, volviendo al punto #1, incluso aquellos santos justos individuales que sufren los resultados naturales de vivir en un mundo caído tendrán una paz en medio de sus pruebas de la que el mundo no sabe nada.

Conclusión

Las promesas anteriores obviamente se superponen y podríamos consolidarlas fácilmente en diez o ampliarlas a veinte.  Son tan espectaculares que no se puede culpar a uno que no sea Santo de los Últimos Días por tener dudas iniciales sobre si realmente podrían ser verdaderas.  Uno puede culparlo, sin embargo, si espera que no sean verdaderas, para que pueda continuar con su estilo de vida actual.  Podríamos considerar que tal persona tendría el mismo nivel de inteligencia que el niño que prefiriera una nueva moneda de 25 centavos a un billete de cien mil dólares, ¡porque el billete de cien mil dólares no es tan brillante y no cabe en la máquina de  chicles!

Es por eso que el Señor puede advertir justamente que aquellos que no crean enfrentarán la condenación (otra manera de decir que se perderán las bendiciones que podrían haber recibido), porque prefieren no creer y no están dispuestos a examinar con cuidado la evidencia más que adecuada de la veracidad del evangelio. La mayor bendición de mi vida es mi testimonio de que todos los quince puntos anteriores son verdaderos.  Las bendiciones prometidas para esta vida realmente vienen.  Las he visto.  Y me dan, por eso, plena confianza de que las prometidas para la eternidad también se cumplirán.